Este año 2020, hemos tenido una inyección de realismo colectivo y a todos nos ha tocado ver el rostro, a nuestra versión más humana. Quedó en evidencia cómo todos somos exactamente iguales, ante los ojos de la creación.
Era necesario un stop, para evaluar el sentido que le damos a nuestra existencia y resignificar a las personas con las que compartimos a diario, o tal vez no compartimos tanto, a pesar de los lazos de amor que nos unen. Este año 4 de “nuevos órdenes”, nos invitó a ser empáticos, solidarios, altruistas y serviciales. ¿Cuántas muertes ha costado al mundo este despertar? ¿Cuántas faltan aún? ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a cambiar nuestras realidades dolorosas y apostar por una vida de libertad, equilibrio y bienestar?
El transito que hoy vivimos -el Plutoniano/Escorpiano- nos invita a mirarnos inocentes, libres, frágiles, vulnerables y entrar en el mundo de la transformación. Romper el espejo donde nos miramos y observarnos a través de la mirada amorosa del otro. Cuantas posibilidades de paz puede tener un ser humano diariamente y, sin embargo, elegimos la batalla y la lucha como forma de vida.
El planeta sombrío (Plutón), nos lleva a conectar con nuestra esencia, que es el AMOR. El amor que en principio debemos tenernos, para luego compartir con otros, sin manipulaciones, ni dolores. Amar desde el encuentro genuino que ilumina al mundo.
Este momento lo vamos a superar, pues somos absolutamente resilientes y la vida siempre invita a respirar. El debate es, ¿si estamos dispuestos a dejar atrás lo que no nos nutre?; y si en este buscar, cada uno encuentra una batalla propia que librar, un propósito, un sentido que nos impulse de tal manera, que los caminos se abran de puro deseo. Así, al pasar este desierto, llegaremos a esa tierra frondosa y pacifica que todos imaginamos.