La mente es el refugio ilimitado en el que la vida pasa sin más esfuerzo que el pensamiento.
Dentro de los desafíos más importantes que tiene el ser humano, se encuentra el aprendizaje. El aprendizaje se traduce a una acción instintiva, la cual, mediante la observación copiamos conductas, creencias, formas de hacer, etc; sin embargo, cuando aparece la palabra como recurso expresivo y de comunicación con otros, se abre un maravilloso portal.
Es Géminis, quien abre ese portal en el zodiaco y nos plantea la posibilidad de decir, mediante palabras, lo que deseamos. Para ello, es inminente incorporar una serie de mecanismos que de manera sutil se van generando, que tiene que ver con recursos externos que empleamos para generar un “banco de palabras”, las cuales definen de alguna manera lo que sentimos; y la capacidad de asociar palabras con un sentido, para expresar una idea. Este complejo proceso que inicia desde que nacemos y jamás concluye, describe la energía de estos nativos.
En este momento del zodiaco, es cuando salimos del confort taurino y con “dolor” nos abrimos al aprendizaje, a esa avidez por explorar, salir al mundo, escuchar, entender, empatizar, mirar las diferentes posibilidades y lo variado que resulta la existencia misma. Por primera vez “escuchar nuestra voz”, literal y metafóricamente, resulta muy interesante. Percibir nuestras estructuras mentales, y encontrar orden o desorden en ese constructo mental, hasta comprender que tenemos diferentes inteligencias y que esto también corresponde aspectos únicos de la personalidad. Escuchar tus pensamientos, observar si tus ideas se organizan en tu cabeza con metodología o danzan libres, sin orden, es uno de los aportes de géminis al proceso del ser humano. El “marco de la mente” es tan único, como tu temperamento. Y es que, con esos recursos mentales, deberás relacionarte toda tu vida, para acumular e interpretar información en cualquier área de interés.
La energía geminiana se asocia a las relaciones, de allí que tomen protagonismos los hermanos o personas cercanas, que de alguna manera planteen la dualidad que describe a estos nativos. Pues es relacional el paralelismo que esta energía plantea, entre dos o más opciones.
El dolor del momento géminis, emerge cuando esta exploración debe ser individual. Esto se observa en la escolaridad o con la relación entre hermanos, vecinos o primos cercanos, donde el niño debe actuar, separarse de la madre e iniciar sus primeros vínculos sociales. Salir a la aventura que el exterior me plantea, me separa de la nutrición y la contención materna. Salir al mundo a encontrar lo que soy, comparándome con el otro, para iniciar ese proceso de descripción y precisión que más tarde en el momento leo y sagitario, logro optimizar, es lo benéfico de esta energía. La lógica geminiana indicaría que desde lo que logro percibir que soy, por asociación y similitud, encuentro conceptos que me definen.
El regente de Géminis es Mercurio, que es un planeta que siempre está cerca del Sol. Esto no representa una casualidad, sino que nuestra estructura mental es un gran aliado para lograr explorar nuestra identidad solar. Por tanto, este momento del zodiaco no es una cualidad menor, pues lo que percibo (geminianamente), estará relacionado a lo que soy. La estructura mental y la apertura a lo que dejo entrar y a lo que no, es la materia prima con la que se construyen las creencias. Las creencias son las que determinan tu vida.
Reconocer, amar y siempre nutrir nuestro mundo mental, es un factor determinante para tu iluminación. Es decir, para lograr encender la luz de tu energía solar, la cual está destinada a ser, en gran medida depende, de tu capacidad de abrirte al mundo y de reconocer esta energía; no como un momento de tu vida, sino que, estar abierto a las posibilidades infinitas, sea nuestra forma de vida. Sin quedarte en el mundo de las ideas. Un pie en la tierra y otra en el cielo.