Astrología psicológica aplicada al crecimiento personal.

LA LUNA ES EL AMOR QUE NOS LLENA Y QUE DEBEMOS VACIAR.

Resulta asombroso cómo la interpretación de los símbolos, genera curiosidad para los humanos. La lectura de las líneas de la mano, o la lectura del tarot, por ejemplo, infunden interés. En algún punto puede ser porque corresponde a una sabiduría trasladada de una generación a otra; o tal vez se trate de que, al perdurar en el tiempo, se convierte en algo “sagrado”. En astrología, se evidencia cómo esta sutileza de la “lectura e interpretación de símbolos existentes en tu carta astral”, requiere la sensibilidad para captar este mandala y de alguna manera percibir la vibración del consultante.



Hoy quiero exponerle la energía de la luna: es grandiosa vibración; relacionada a lo femenino, al agua de las emociones, a la contención del embarazo, al refugio de la madre que abraza y calienta, a la nutrición de la leche materna que representa “agua de vida”, al calor del vientre, de nuestro primer hogar, al mar que es calmo y nos mueve con tal sutileza que nos embriaga en su ritmo, como quien es mecido por una fuerza protectora que te arrulla. La luna nos invita al ritmo del cambio, de los ciclos que nos transforman; al mismo tiempo que nos movemos de un estadio a otro.



En astrología, la luna nos sitúa en el estado infantil y despierta a nuestros talentos emocionales, que integran la información de los recursos a los que podremos recurrir, para resolver situaciones que percibamos como “amenazantes”. Sin embargo, ocurre que, al desvirtuar esa energía natal, terminamos “abrazándonos” a nuestra luna, con la intención de siempre conectar con esas sensaciones de regresar al “cuidado de la madre”, generando así que nos mantengamos en estado primitivo y que nos alejemos del empoderamiento que los momentos de la vida nos van pidiendo.



Al pasar el tiempo, llegados los 28 a 30 años aproximadamente, en nuestro primer retorno de Saturno, esa Luna se enfrenta a la fuerza limitante y estructurarte de esta energía, arquetípicamente asociada al padre. Esto evidencia que, cada vez que nos encontramos frente a situaciones que nos generan confort, nos acomodamos allí, disminuyendo así el crecimiento interno.



Cada día en nuestra vida, existe una serie de personas, situaciones, experiencias, eventos que podemos usar como “señales” que nos invitan a despertar de esta actitud mamífera que naturalmente expresamos. La luna actúa como ese hogar simbólico, donde nos introducimos mecánicamente cuando sentimos alguna amenaza. Allí nos calentamos y nos sumergimos hasta que sentimos que el peligro ha pasado. Si observamos de manera objetiva, estos mecanismos son usados desde la antigüedad, cuando se vivía en un contexto selvático.



Hoy no vivimos en ese contexto (selva) y sin embargo apelamos a los mismos recursos que en esos tiempos utilizábamos. Al realizarte un estudio astrológico de tu luna, podrás conocer tus talentos y mecanismos; y al observarlo y traerlos a la conciencia, estas acciones podrán ser modificadas por ti, progresivamente. En ningún caso este estudio pretende masificar las soluciones a las tramas emocionales de cada individuo, sino atravesar esas zonas oscuras, con mayor luz.

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